Hace 60 años Japón inauguró el Shinkansen: el primer tren de alta velocidad que transportaba a los pasajeros de Tokio y Osaka a una velocidad superior a 200 kilómetros por hora. Estados Unidos también se fijó en los japoneses y los políticos de la época se plantearon reconstruir el sistema ferroviario que ayudó a explotar el potencial industrial de Estados Unidos desde el siglo XIX.
Luego de varios retrasos en los planes de inauguración originales, inició sus operaciones un servicio ferroviario entre las ciudades de Miami y Orlando, en Florida, que es lo más parecido que hay en Estados Unidos a un tren de alta velocidad.
“Hacer algo así requiere muchas cosas. Requiere mucha energía, mucho capital, pero ante todo hay que montarlo bien”, dijo el director ejecutivo de Brightline, Michael Reininger, al inaugurar la ruta que une esas ciudades de Florida y que ha tomado más de 10 años poner en marcha.
El tiempo de abordaje y descenso de un tren es mucho más rápido que lo que le toma a un pasajero moverse entre aeropuertos, un punto a favor del tren.
En Miami, caminar desde la entrada de la estación hasta abordar el tren se consigue en menos de 15 minutos.
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