El área metropolitana de Miami lidera las estadísticas nacionales de fraudes, que van desde el robo de identidad hasta falsas ofertas laborales, según la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés).
Este fenómeno no solo afecta a individuos, sino que también impacta directamente en la economía local y en la confianza de consumidores y empresas.
Este año, el FBI en Miami alertó sobre un “aumento de intentos de estafa dirigidos a residentes del sur de Florida”. Los delincuentes aprovechan redes sociales, correos electrónicos y llamadas telefónicas para engañar, explotando tanto la confianza digital como la prisa de quienes reciben los mensajes.
Ruben Jauregui, residente de Miami, recibió un texto sobre una supuesta multa de tráfico y pensó que era real. “Tenía la cabeza vuelta loca”, confesó.
Aunque le pareció extraño no haber recibido ninguna carta, la preocupación lo llevó a considerar cómo pagarla para no perder su licencia.
En las últimas semanas, han circulado mensajes falsos sobre multas, suspensiones de licencias e incluso empleos con sueldos atractivos y sin esfuerzo. El gancho suele llegar por mensaje de texto, en una modalidad conocida como smishing.
La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta clave para los delincuentes: les permite clonar voces para hacerse pasar por familiares, bancos o agencias gubernamentales con el objetivo de solicitar dinero.
Rick Scott, senador de Florida y presidente del Comité Especial del Senado sobre el Envejecimiento, publicó en 2025 un informe que revela que los fraudes costaron a los adultos mayores más de “$4.8 mil millones en 2024”.
Aunque las personas mayores siguen siendo un blanco común, los jóvenes tampoco están a salvo.
De hecho, la FTC reportó que en 2024 los adultos de entre 20 y 29 años perdieron dinero con más frecuencia que quienes tienen entre 70 y 79 años.
Recientemente, el nombre de la Universidad Internacional de Florida (FIU) fue utilizado para promocionar supuestos puestos de investigación remotos con un pago de “$400 por semana”, horarios flexibles y sin experiencia previa.
A cambio, pedían datos personales como nombre completo, número de celular y correo alternativo. Según la propia universidad, las potenciales víctimas recibían un correo firmado por un supuesto profesor.
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