Shai Gilgeous-Alexander se acaba de convertir en el primer jugador en 12 años en ganar tanto el MVP de la temporada regular como el MVP de las Finales en la misma campaña, liderando a los Oklahoma City Thunder a su primer campeonato desde su traslado a Oklahoma.
Shai completó la campaña perfecta al ganar el título de la NBA con el Oklahoma Thunder, adueñarse del premio al Jugador Más Valioso (MVP) tanto en la fase regular como en las Finales, así como ser el máximo anotador de la liga en el último año.
Esta hazaña solamente la habían conseguido tres jugadores en la historia de la liga. El primero fue Kareem Abdul-Jabbar en 1971 cuando jugaba con los Milwaukee Bucks; posteriormente lo realizó Michael Jordan, aunque él lo llevó a otro nivel.
‘Su Majestad’ se quedó con los dos MVP, el título y fue campeón de anotaciones en un total de cuatro oportunidades. Lo hizo en su primera etapa con los Chicago Bulls en 1991 y 1992, y lo repitió en su regreso tanto en 1996 y 1998.
El último en conseguir todas estas distinciones en la misma temporada fue el pívot Shaquille O’Neal, como figura de Los Ángeles Lakers en el 2000.
El ganar todos los reconocimientos posibles en un año va acompañado de un gran desempeño individual, donde debes ser el mejor basquetbolista del momento y ser clave en los partidos decisivos para conquistar el título con su equipo.
“No lograría nada de esto sin mi equipo”, repitió una y otra vez Gilgeous-Alexander tras su coronación.
El impacto de Gilgeous-Alexander va más allá de los premios individuales. Su liderazgo y capacidad para aparecer en los momentos decisivos impulsaron a los Thunder a su primer título de la NBA desde que la franquicia se mudó a Oklahoma City en 2008.
La carrera de los Thunder fue un triunfo colectivo, pero la capacidad de SGA para elevar su juego en las instancias más importantes — especialmente tras una temporada de solo 22 victorias hace pocos años — fue la fuerza motriz detrás del campeonato.
También hizo historia como el primer jugador canadiense en ganar el MVP de las Finales de la NBA, un hito que resuena entre los aficionados de todo Canadá y anuncia un futuro brillante para el baloncesto canadiense. “Esto no es solo una victoria para mí,” dijo Gilgeous-Alexander tras el Juego 7. “Es una victoria para mi familia, mis amigos, todos los que me apoyaron mientras crecía, y para los mejores aficionados del mundo.”
Mientras la confeti caía en Oklahoma City, el legado de Gilgeous-Alexander quedó asegurado: una temporada trascendental, un campeonato y un lugar entre los mejores de la historia del baloncesto.
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